12 de mayo de 2004. Se celebra la primera etapa de la vuelta Asturias, entre Oviedo y Llanes, en un día ventoso y frío. En el kilómetro 30, un tramo en bajada cerca de Infiesto, un joven corredor de 21 años se queda inconsciente, cayéndose al suelo de forma estrepitosa y convulsionándose. Los equipos médicos de Dirección de Carrera acuden rápidamente y le practican la técnica del tubo de Guedel para que no se trague la lengua, ya que tiene las vías respiratorias obstruidas, y le trasladan al Hospital General de Asturias, donde le tratan de urgencia. Al final, el diagnóstico: fractura del hueso malar, traumatismo craneal y diversas heridas, la más preocupante de todas ellas un coagulo de sangre en la cabeza, que obliga al chico a quedarse unos días en observación. Ese chico es Alberto Contador.
Tras unos días en el hospital Alberto pudo volver a casa a
recuperarse con su familia. Sin embargo, a los pocos días, volvió a encontrarse
mal y decidieron volver al hospital. El diagnóstico esta vez era mucho peor. Alberto
tenía un cavernoma cerebral que le había provocado la caída y tenía que ser
operado, con riesgo para su vida. Cinco horas después de entrar en el
quirófano, Alberto sale de allí con 70 grapas recorriendo su cuero cabelludo de
oreja a oreja y con dos placas de titanio que le acompañarán el resto de su
vida.
Esa temporada ya no volvió a competir, pero tras una dura
recuperación, Alberto se vuelve a subir a la bici en 2005 para competir en Tour
Down Under, en Australia. Allí consigue ganar la etapa reina y quitarse todos
los malos recuerdos del duro trance que le había tocado pasar.
El resto de la historia es de sobra conocido. Alberto gana
su primer Tour de Francia en 2008, convirtiéndose en el ciclista español más
joven de la Historia en conseguirlo. Al año siguiente, la organización del Tour
de Francia no concede al equipo de Alberto, el Astana, la invitación necesaria
para participar en el Tour. Sin embargo, Alberto se resarce conquistando el
Giro de Italia y la Vuelta a España, convirtiéndose, con tan solo 25 años, en el quinto corredor
de la historia en ganar las tres grandes vueltas por etapas del calendario
mundial, o lo que es lo mismo, la ‘Triple Corona’. Alberto también se convierte
así en el tercer corredor de la historia en ganar en el mismo año Giro y
Vuelta, después de Mercx y Battaglin.
Cuando todo parece irle de cara, Alberto se ve obligado a
encarar un nuevo contratiempo. Es 2008 y Lance Armstrong, el ciclista con más
Tours de todos los tiempos vuelve de su retirada y entra a formar parte de su
equipo gracias a la buena relación que mantiene con el Director de equipo. Esto
se convierte en un nuevo handícap para Alberto, que pasa a tener el enemigo en
casa, ya que su propio equipo favorece a Armstrong, otorgándole mejor material
que a él. A pesar de todo, Alberto se logra sobreponer a los obstáculos que le
ponen, logrando alzarse con su segundo Tour de Francia.
Al año siguiente vuelve a conquistar el Tour de Francia, sin
embargo esta vez el revés que le esperaba era mayor. En agosto un control
antidopaje realizado durante el Tour detecta restos de clembuterol en su orina.
A pesar de que Alberto y su entorno sostienen que el positivo se debió a la
ingesta de carne contaminada con dicha sustancia, de que la Federación Española
de Ciclisto le declara inocente, y de que el Tribunal de Arbitraje Deportivo
(TAS) le declara no culpable, la UCI sanciona a Alberto por dos años,
despojándole del Tour conseguido en 2009.
Tras este nuevo revés, Alberto vuelve en la Vuelta a España
2012, adjudicándose la victoria gracias a un épico ataque en la etapa de Fuente
Dé, cuando estaba muy distanciado en la general.
Podremos creernos o no su inocencia en el caso de dopaje,
pero una cosa está clara: Alberto Contador es el claro ejemplo de que podemos
superar todas las adversidades que se nos pongan por delante en la vida.